miércoles, 30 de enero de 2013

A lo Bianchi

Torneo de Verano 2013 – Copa Luis Nofal – 29 de Enero 2013
River 0 (4) – Boca 0 (5)

Los titulares frenta a Boca (foto Olé)














El segundo superclásico del verano se llevó a cabo en la ciudad de Mendoza. En esta ocasión, Ramón Díaz paró el mismo esquema con los mismos intérpretes que habían obtenido el triunfo en Mar del Plata. En tanto, Carlos Bianchi, decidió guardar a todos sus titulares y presentó un equipo plagado de juveniles y habituales suplentes, con un 4-4-2 más conservador, y fiel a su costumbre, con un planteo buscando impedir el juego del rival y tratando de aprovechar las pocas jugadas de peligro a favor.

La experiencia del encuentro en “La Felíz” le sirvió al “Virrey” para ubicar en la cancha a dos volantes que taparan la salida por los laterales de Sánchez y Vangioni. Así cumplieron su función Colazzo y Aguirre, pero con casi nula participación en ofensiva. A su vez, ésta fue una buena prueba para el “Pelado”, ya que la mayoría de los equipos suelen jugarle a River de esta manera y es un buen ejercicio para buscar variantes y poder resolver uno de los principales problemas que se le presentan al “Millonario” cuando el rival juega con dos líneas de cuatro cerradas cerca de su arco.

Defensivamente el equipo no sufrió sobresaltos, aunque el “xeneize” prácticamente no atacó, excepto en esa jugada del segundo tiempo en la que Blandi quedó solo por un error de cálculo de Vangioni, que luego el mismo ex Newell´s despejó sobre la línea. Fue floja la actuación de Bottinelli y Román volvió a mostrarse seguro y rápido en los cruces.

En líneas generales el partido fue muy malo. La predisposición de los volantes de Boca para cortar el juego, la seguidilla de infracciones y el juego fuerte (a los 15 minutos ya había cinco amonestados) hicieron que el partido fuera trabado, aburrido y sin continuidad. Los mediocampistas de Ramón no tenían lugar para desplegar su juego y no podían asociarse con los delanteros.

Ponzio, en el día de su cumpleaños, tuvo una buena actuación, bien secundado por la ubicación y claridad para distribuir el balón de Cristian Ledesma y con Sánchez y Vangioni buscando romper el cerrojo propuesto por el técnico boquense. En este aspecto, fue el rosarino el que mejor logró desmarcarse y desbordar para generar desequilibrio.

La faceta ofensiva quedo en el debe. Funes Mori sigue siendo inconsistente y Mora esta vez no fue el verdugo que todos esperábamos. Mauro Díaz estuvo muy blandito, intrascendente y el cansancio le pasó factura. El ingreso de Lanzini en el segundo tiempo le dio un poco más de vértigo al equipo, pero a pesar de ello, no pudo encontrar el gol que evitara los penales.

El partido dejó pocas cosas para el análisis. Un equipo que nunca quiso jugar y otro que no supo como hacer para quebrar al rival. El camino a los penales era inevitable y ese es el fuerte de los “primos”, expertos en este rubro. Independientemente de esta consideración, es preocupante la situación de River en cuanto a los penales, ya que hay que remontarse mucho en el tiempo para recordar una definición desde los doce pasos que tuviera al “Millo” como triunfador. Son más los recuerdos de derrotas en este tipo de resoluciones que de victorias. Además, son conocidos los problemas que ha tenido en los últimos tiempos para convertir la pena máxima durante los noventa minutos, no hace falta mencionar los partidos con Patronato, Alte. Brown y Belgrano de Córdoba, en los que no pudo convertir desde el punto penal.

En cuanto a la innumerable cantidad de jugadas fuertes que se vieron, en especial en el segundo tiempo, hay que remarcar que la rapidez con la que Pitana amonestó a seis jugadores en el primer tiempo, le quitaron objetividad para aplicar sanciones disciplinarias en el complemento, permitiendo algunos golpes de más y dejando en cancha a algunos jugadores que debieron visitar los vestuarios antes de los noventa minutos.

Respecto al planteo del riojano, hay que resaltar que su insistencia por un enganche de jerarquía tiene sus fundamentos. Como se mencionó anteriormente, la mayoría de los equipos le juegan a River con dos líneas de cuatro bien cerradas, buscando evitar el despliegue que pretende tener el “Millo” por las bandas y en este sentido es importantísima la presencia de un hombre que sea capaz de encontrar esos espacios que a veces parecen no existir, de ese as que meta un pase entre líneas para dejar a un delantero mano a mano con el arquero rival o simplemente que sea capaza de tener la pelota hasta encontrar el momento justo para dar la estocada sin ser absorbido por la asfixiante marca rival. También deberá analizar si es conveniente el 3-4-1-2 ante rivales de supuesta menor jerarquía, que basan su juego en la espera y el contragolpe.

El ingreso de Trezeguet por Funes Mori en el segundo tiempo también deja una situación que merece análisis. Al franco argentino todavía se lo ve un poco fuera de forma y algo lento. Tuvo una jugada clara, tras pase de Lanzini, y luego de hacer bien la diagonal, no llegó a conectar el balón. Su edad y la cantidad de lesiones le han pasado factura y evidentemente le está costando ponerse bien físicamente. Ojalá lo logre para que Ramón pueda contar con un goleador de clase mundial.

Formaciones
River Plate: Barovero (5); Mercado (5), Román (6), Bottinelli (4); C. Sánchez (5); Ponzio (6), Ledesma (5), Vangioni (6); M. Díaz (4); Funes Mori (4), Mora (5).
Boca Juniors: Ustari (5); Albin (4), Cellay (5), Burdisso (4), Evangelista (5); Aguirre (4), Erbes (5), Colazzo (4); Fernández (3); Viatri (3), Blandi (4).

Resúmen
Goles: no hubo
Incidencias: no hubo
Arbitro: Néstor Pitana (regular)
Figura del partido: Vangioni (Riv)

Penales: Ustari (Boc) atajó dos y Barovero (Riv) uno.
Boca: Erbes (o), Viatri (o), Albín (x), Fernandez (o), Blandi (o), Cellar (o)
River: Vangioni (x), Ponzio (o), Lanzini (o), Trezeguet (o), Mora (o), Rojas (x)

lunes, 28 de enero de 2013

Vuelta N° 8: Campeonato 1947

El surgimiento de “La Saeta”

Arriba: Amándola (PF), Yácono, Vaghi, Grisetti, Ferreira, Rossi, Ramos, Minella (DT)

Abajo: Reyes, Moreno, Di Stéfano, Labruna, Loustau, F. Rodriguez 















Tras el logro obtenido en 1945, el año siguiente fue de transición, quedando River Plate relegado al tercer lugar, detrás de San Lorenzo y Boca Juniors. En 1947 el desafío era recuperar la senda victoriosa y obtener un nuevo campeonato.

Los años de “La Máquina” habían quedado atrás, la partida de Adolfo Pedernera, adquirido por Atlanta en una cifra récord de $140000, desarmaba a la delantera más vistosa del fútbol local. También se fueron al “Bohemio” el arquero José Soriano, tras destrabar un conflicto con el equipo de la banda roja, y Roberto Dalessandro. A su vez, volvía de su préstamo en Huracán Alfredo Di Stéfano, quién sería el reemplazante del “Maestro” en la delantera “Millonaria”, con otras características, más vertical y explosivo y menos elaborado y pensante. Además, incorporó a Hugo Reyes y Fracisco Rodríguez.

El campeonato se disputó en dos rondas de todos contra todos, con 16 equipos y el ganador obtendría el derecho de disputar la Copa “Ricardo Aldao” frente al campeón uruguayo.

River comenzó con paso arrollador, consiguiendo dos victorias por 5 a 1 en las primeras fechas, mostrando una gran efectividad y un sistema de juego diferente al que exhibía cuando Pedernera comandaba el equipo. Este era un juego más vertical y efectivo, aplicando lo que más tarde se conocería como la “doble punta de lanza”, con un Di Stéfano veloz y un Ángel Labruna implacable como sus máximos exponentes.

En la tercera fecha se jugó el superclásico, que se destacó por la ausencia de Angelito, y la derrota del “Millo” por 2 a 0. Tras pasar dos fechas más sin victorias, volvió a la senda del triunfo al vencer a Newell’s como local, con una goleada 4 a 1.

Por la novena jornada, el “Millonario” debía visitar a Estudiantes de La Plata para extender la racha victoriosa a cuatro encuentros. El partido estaba igualado en un tanto, cuando cerca del final River se puso en ventaja. Esto generó una airada protesta de la gente del “Pincha” por una sanción del juez previo al gol. El descontento se extendió a la hinchada platense, que invadió el campo de juego para agredir al árbitro, quién fuera defendido a golpes de puño por José Manuel Moreno hasta su llegada al vestuario.

A la duodécima jornada llegaban Independiente como puntero y el equipo de Núñez como escolta, dos puntos detrás. El conjunto de Avellaneda superó claramente al “Millonario” en el juego, aunque el resultado final fuera solamente de un tanto contra cero. Así le sacaba cuatro puntos a River (18), quedando este como tercero junto a Boca Juniors y San Lorenzo (19) en la segunda colocación.

En la fecha 13 se produjo el regreso de Labruna al primer equipo, tras sufrir una hepatitis que lo marginó de las canchas durante casi toda la primera parte del certamen. El “Millonario” venció 5 a 1 a Tigre y logró acortar la diferencia con el rojo, que había caído con Racing Club.

En la última jornada de la primera ronda, River enfrentó al sorprendente Atlanta, que había gastado una fortuna en incorporaciones y se encontraba en la última colocación. El conjunto dirigido por José María Minella, no tuvo piedad y lo derrotó 8 a 0, acortando la distancia con Independiente y hundiendo más en la tabla al “Bohemio”.

Finalizada la primera ronda, las posiciones tenían al rojo de Avellaneda en la cima con 25 puntos, seguido por River y Boca con 23 unidades y San Lorenzo en la cuarta colocación con 21.

En la segunda ronda el conjunto de Minella arrancó nuevamente con dos triunfos y por la tercera jornada de los desquites, se enfrentaba nuevamente a Boca. El estadio Monumental fue testigo del trascendental encuentro, al cual llegaban ambos conjuntos como punteros del campeonato, ya que en la fecha anterior, Independiente había caído con Rosario Central y “Millonarios” y “Xeneizes” habían derrotado a Platense y Banfield respectivamente.

El 24 de agosto se disputó el superclásico, que vendió la cifra récord de 58.058 entradas con una recaudación de 106.116 pesos, siendo la mayor recaudación de la era profesional y superando por primera vez en la historia la barrera de los 100.000 pesos de taquilla.

El encuentro, que tenía características de final, aunque aún faltaba mucho para la finalización del campeonato, fue reñido, con una amplia superioridad de River en el juego, pero con una gran actuación del arquero boquense, Diano, que impidió que el resultado fuera más abultado.

Las formaciones de aquella tarde fueron:
River Plate: Grisetti; Vaghi, Ferreyra; Yácono, Rossi, Ramos; Reyes, Moreno, Di Stéfano, Labruna, Loustau.
Boca Juniors: Diano; Marante, R. De Zorzi; Bendazzi, Lazzatti, Pescia; Boyé, Corcuera, Geronis, Ricagni, Pin.

A los seis minutos, Ricagni puso en ventaja a los de la ribera, lo que hizo cuesta arriba el desarrollo del encuentro para el conjunto de Núñez, que recién en el segundo tiempo pudo llegar al empate a través de Ángel Labruna,  a los 66 minutos, y a los 68 Reyes puso la ventaja en el marcador, que le otorgaba a River los dos puntos y lo ubicaba solo en la cima de las posiciones.

Tras la derrota con Independiente por la primera rueda, el “Millonario” hilvanó ocho victorias y un empate hasta la fecha 22, en la que volvió a igualar, esta vez contra Velez Sarfield. Las caídas de sus perseguidores, Boca e Independiente, en las fechas previas, le permitieron sacar una ventaja de seis puntos, faltando ocho fechas para la finalización del torneo, lo que hizo que la pelea por los primeros puestos perdiera interés.

La marcha triunfal del “Millonario” se vio interrumpida cuando Huracán, una especie de bestia negra para River durante esta década, lo derrotó en su flamante nuevo estadio por 3 a 2 faltando cuatro jornadas para el final. La victoria de Independiente reducía la distancia a cuatro puntos y ambos conjuntos debían enfrentarse en la fecha siguiente.

La jornada 27 parecía decisiva, una victoria del rojo dejaba el campeonato abierto para cualquiera, mientras que un triunfo “Millonario” prácticamente inclinaba la balanza a su favor. El partido se jugó en el Monumental, y aunque el visitante se puso en ventaja, en el segundo tiempo River lo dio vuelta y se alzo con la victoria por 3 a 2, aumentando su ventaja sobre el rojo a seis puntos y quedando Boca como escolta, a cinco unidades.

La sorpresiva derrota frente a Tigre por la jornada 28 y la victoria del “xeneize”, acercaba a los ribereños a tres puntos y ponía un poco de suspenso, que se disiparía en la fecha siguiente, el 9 de noviembre, cuando en la cancha del bajo Belgrano, River goleó a Rosario Central 4 a 0 y se hizo inalcanzable para su perseguidor, con tres puntos de ventaja quedando solo dos en juego.

El último partido frente a Atlanta carecía de interés para el público riverplatense, pero era de vital importancia para el “Bohemio”, que debía ganar para evitar el descenso. En el segundo tiempo, Di Stéfano convirtió el gol de la victoria que decretaba el descenso del conjunto auriazul y el encuentro debió ser suspendido cuando, a los 32 minutos, un particular local ingresó al terreno de juego y le aplicó un golpe a “La Saeta” que debió ser retirado en camilla, dando por concluido el partido con la victoria del visitante.

Este título se vio marcado por varios hechos importantes. En primer lugar, la partida de Pederera y el regreso de Di Stéfano plantearon una modificación en el estilo de juego, con dos puntas veloces y letales, haciendo un  juego más directo y efectivo y no tan elaborado y paciente. Además, la ausencia de Labruna en la primera mitad del campeonato por una enfermedad hepática, y de Muñoz todo el torneo por una lesión, hizo que el poder de fuego recayera en el joven Alfredo, Hugo Reyes (reemplazante de Muñoz), José Moreno y Félix Loustau. Tras volver de su enfermedad, el “Feo” convirtió 16 goles e 18 cotejos. Esta modificación en el estilo provocó la explosión de Di Stéfano, que luego sería considerado uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol mundial. Otro hecho destacable es que la formación base estaba compuesta por diez hombres surgidos en la cantera del club, lo que otorga un valor agregado a la conquista.

Aquel equipo campeón formaba con: Grisetti; Yacono, Vaghi, Ferreira; Rossi, Ramos; Moreno, Reyes, Loustau; Di Stéfano, Labruna.

Los números finales de ese campeón fueron

PJ
PG
PE
PP
GF
GC
PTS
30
22
4
4
90
37
48

Con la impactante suma de 90 goles a favor, a razón de 3 goles por partido. Una tremenda producción ofensiva, que fue encabezada por “La Saeta” con 27 goles, terminando como goleador del campeonato. 

viernes, 25 de enero de 2013

Final deslucido

Torneo de Verano 2013 – Fecha 3 – 24 de Enero 2013
River 1 – Racing 2
Rojas y su espectacular acrobacia (foto Olé)















Para el último partido del cuadrangular veraniego, Ramón Díaz paró nuevamente un equipo alternativo. En esta ocasión, con el mismo esquema, 3-4-1-2, que le dio el triunfo contra Juniors, pero con otros interpretes. A su vez, Luis Zubeldía, dispuso el mismo sistema táctico que su par “riverplantense”.

El partido comenzó electrizante, hasta tuve la sensación de estar viendo un encuentro del fútbol inglés, donde el vértigo y los goles no tardan en llegar, pero ese sentimiento se diluyó tras el gol del empate.

A tan solo tres minutos del pitazo inicial, un error en el fondo “Millonario” tras una mala entrega hacia atrás de Luciano Abecasis, le permitió a Gabriel Hauche quedar pie a mano con Chichizola, que nada pudo hacer ante la exquisita definición pinchada del delantero de Racing. Poco duró la alegría “racinguista”, ya que a los siete minutos, un desborde de Abecasis habilitó a Ariel Rojas, que acomodó el balón de zurda elevándolo por delante de su cuerpo y con una espectacular “chilena” (tendré que agregarla a los “Acróbatas del Aire”) puso el empate en el arco de De Olivera.

A partir de allí el encuentro bajó su ritmo, las llegadas escasearon a pesar de que las defensas daban ventajas alarmantes, como por ejemplo, el lateral de Pillud era una invitación para que Daniel Villalva lo atacara, pero nunca pudo llegar con peligro, y así el primer tiempo se fue con tablas en el marcador.

En el complemento se repitió lo visto al principio del juego. A los tres minutos, una infracción de Pirez en la puerta del área (dudosa, ya que no se llega a advertir si toca o no al delantero albiceleste), un tiro libre cuyo rebote termina en un centro a la cabeza de Hauche y este que define ante la floja respuesta del “uno” “Millonario”. Allí, Zubeldía paró dos líneas de cuatro para intentar cerrar el partido y el conjunto del riojano no encontró los caminos para complicar a los de Avellaneda que, bien parados atrás, no sufrieron y al “Millo” le costó horrores llegar con peligro. Solo una pelota en el palo de Manuel Lanzini y una jugada de Carlos Luna sobre el final, cuya definición pegó en un defensor de Racing y se fue el tiro de esquina, fue lo más peligroso de esta segunda etapa.

Así se fue el último encuentro de este mini torneo de verano que, con el triunfo, coronó al conjunto de Avellaneda como campeón.

La idea del “Pelado” de repetir el esquema para que los jugadores se adecuen a un sistema táctico poco utilizado es buena, y la oportunidad que tienen los jugadores de mostrarse también. Lamentablemente, muchos de ellos siguen dejando pasar el tren sin subirse y sus rendimientos no son acordes a las expectativas. Además, se la jugó por una defensa cien por ciento de la cantera y los pibes Silguero y Espíndola López respondieron satisfactoriamente.

El arco fue ocupado por Leandro Chichizola, que nada pudo hacer en el primer gol, pero que tuvo cierta responsabilidad en la segunda conquista del “Demonio”; y González Pirez sigue teniendo oportunidades y sus rendimientos no son los mejores, se lo nota torpe y comete muchas infracciones cerca (o adentro) del área que terminan complicando el desarrollo de los encuentros.

Lo mejor del medio campo fue Ariel Rojas, más allá de su espectacular definición, hay un cambio de actitud en el ex Godoy Cruz, más participativo en el juego, con más movilidad y despliegue. En cambio, en el doble cinco se notó la inactividad de Walter Acevedo; y Ezequiel Cirigliano siguió mostrando la faceta deslucida que se veía a fines del 2012.

Lanzini por momentos manejó los hilos del equipo, aunque en otras ocasiones fue bastante lagunero y le costó entrar en juego. Mientras que los dos de punta fueron quizá la peor dupla que se vio en este verano. Villalva empezó enchufado, tratando de aprovechar su velocidad y gambeta, pero se fue apagando con el correr de los minutos. Por otro lado, Carlos Luna no pudo mejorar absolutamente nada de lo que se había visto en el campeonato oficial del año pasado. Lento, pesado, sin contacto con el balón y lejos de las situaciones de riesgo del equipo, fue el punto más bajo en un equipo que tuvo la actuación más floja en lo que va de este verano.

También tuvo sus primeros minutos David Trezeguet. El franco argentino, de quién Ramón dijo que en la consideración corría detrás de  Mora, Funes Mori, Villalva y Luna , se lo notó falto de ritmo e impreciso, pero teniendo en cuenta la floja actuación del “Chino”, quizás halla subido un puesto en las preferencias del técnico.

El balance de este torneo estival fue positivo para el técnico. Pudo probar dos esquemas bien diferentes, 4-3-1-2 y 3-4-1-2, con todos los intérpretes que tenía a disposición en esta pretemporada y evaluar cuales serán los que tendrán más rodaje en las competencias oficiales de este semestre de 2013. También probó a todos los juveniles, los cuales tuvieron buenos desempeños y devolvió al ruedo a jugadores que no estaban en la consideración en etapas anteriores. Todo esto, sumado a los buenos resultados y rendimientos obtenidos en los dos primeros encuentros, configuran una buena preparación para un conjunto que intentará recuperar la memoria de los años gloriosos.

Formaciones
River: Leandro Chichizola (5); Leandro González Pirez (4), Sebastián Silguero(5), Esteban Espíndola López (5); Luciano Abecasis (4), Walter Acevedo (4), Ezequiel Cirigliano (4), Ariel Rojas (6); Manuel Lanzini (5); Daniel Villalva (5) y Carlos Luna (3). DT: Ramón Díaz.
Racing: Jorge De Olivera (6); Iván Pillud (4), Fernando Ortiz (5), Leonardo Migliónico (5), Claudio Corvalán (5); Mauro Camoranesi (6), Agustín Pelletieri (6), Martín Pérez Guedes (6); Luis Fariña (6); Gabriel Hauche (7) y Javier Cámpora (4). DT: Luis Zubeldía.

Resumen
Goles: 3’PT G. Hauche (Rac); 7’PT A. Rojas (Riv); 3’ST G. Hauche (Riv)
Incidencias: no hubo
Arbitro: D. Cevallos (Regular)
Figura: G. Hauche (Rac)
El mejor de River : A. Rojas

martes, 22 de enero de 2013

Acróbatas del Aire

Arriba "Pinino"; Abajo "El Príncipe"




















El gol es la máxima expresión del fútbol. Un juego que fue creado con el objetivo de que once jugadores busquen incesantemente hacer que la pelota cruce la frontera de los tres palos rivales. Cuando el balón se estrella contra la red, se produce una sensación inexplicable, esa alegría que inunda las gargantas de hinchas y jugadores.

Hay muchas formas de conseguir ese grito de desahogo: de zurda, de derecha, de cabeza, con un zapatazo, de “chiripa”, todos valen uno. Pero hay algunos que se festejan y se gritan más que otros. Son esos que uno no puede creer que sean realidad. Parecen salidos de un cuento de ciencia ficción, con maniobras imposibles para cualquier ser humano normal, y que los jugadores, disfrazados de superhéroes, ejecutan como si fuese cosa de todos los días. Enredan sus piernas y practican una rabona perfecta, o tiran un taco sin siquiera mover los pies. Pero hay uno que es diferente, que desafía las leyes de la física y hace pensar que la manzana de Newton es puro cuento, claro, difícilmente existiera el fútbol en aquella época.

El gol de “chilena” es de esos que nunca se esperan, pero cuando llega, no se puede entender que fue lo que pasó. Se aguarda desesperadamente la repetición en cámara lenta para ver con lujo de detalles todo el movimiento que ese extraterrestre acaba de ejecutar. Si alguno tuvo la fortuna de verlo en la cancha, no ve la hora de llegar a su casa para poder corroborar fehacientemente lo que acaba de observar.

Un sujeto que salta, se suspende en el aire en un segundo que parece durar una eternidad, el torso que gira mientras el cuerpo está suspendido, su espalda que queda paralela al piso y las piernas que se colocan a 90 grados del cuerpo para impactar el balón hacía atrás, a veces de lleno, a veces con pifia, pero eso es lo de menos, lo que cuenta es lo impactante de la acrobacia.

Su origen data de 1914, cuando Ramón Unzaga la ensayó en la cancha del puerto chileno de Talcahuano. Años más tarde, en 1916, este jugador representó a la selección chilena en el sudamericano disputado en Buenos Aires, y  practicó la maroma que fue bautizada por la presa argentina como “chilena”. Nombre que se revalidó en 1927, cuando Colo-Colo hizo una gira por Europa, y el delantero David Arellano la llevó a cabo en España, donde también la denominaron así en honor a su nacionalidad.

En River hubo varios acróbatas, algunos más perfectos y armónicos que otros, pero todos igual de efectivos, aunque algunos con una sorpresa inesperada.

Enzo Francescoli: 8 de febrero de 1986 - River 5 – Polonia 4. Era un torneo de verano. A siete minutos del final el “Millo” perdía 4 a 2, pero en una ráfaga logró llegar al empate en el final por medio de Ramón Centurión. Aunque la igualdad parecía ser lo último de aquella jornada, todavía faltaba la perla de la noche. En el tercer minuto de adición, Norberto Alonso ejecutó un tiro libre desde la derecha, Oscar Ruggeri la metió de cabeza dentro del área grande cerca de la medialuna, el “Príncipe” la paró de pecho, y en el aire, ejecutó la pirueta dejando sin chances al arquero polaco. Luego el uruguayo declaró “si hubiera sido en un partido oficial hubiera quedado en la historia”. Esta vez se equivocó.

Oscar Más: 16 de mayo de 1965 – River 2 – Banfield 1. Sabido es que a “Pinino” le encantaban las definiciones extravagantes e impredecibles. En una época esquiva para el “Millonario” en cuanto a títulos, sus acrobacias y locuras alegraban al pueblo “Millonario”. El que no lo disfrutó fue Righi, arquero de Banfield, que en 1965 tuvo que sufrir la espectacular definición de “chilena” del “Mono”.

Javier Saviola: 14 de noviembre de 1999 – River 2 – Gimnasia (LP) 0. Por la fecha 14 del Apertura 1999, el equipo de Núñez recibía al Lobo en el Monumental. Fue un campeonato donde el conjunto de la banda roja tuvo un rendimiento parejo y se consagró campeón. Ese día, tras un corner, Mario Yepes bajó la pelota dentro del área y Saviola, que se había pasado en el cálculo, volvió sobre sus pasos y llevó a cabo la cabriola que terminó por meterse en el palo más lejano del arquero platense. Fue el 2 a 0 que encaminó al equipo hacia un nuevo título.

Hernán Crespo: 8 de mayo de 1996 – River 5 – Sporting Cristal (Perú) 2. Partido de vuelta por los octavos de final de la Copa Libertadores. El conjunto de Ramón Díaz necesitaba ganar por dos goles para obtener la clasificación a cuartos. En el primer tiempo el “Millo”fue una tromba y se llevó por delante a los peruanos obteniendo la diferencia con holgura. Dentro de la catarata de goles de esa etapa, a los 30 minutos, Marcelo Escudero tiró un centro hacia tras que tomó a Crespo pasado en la carrera, éste no tuvo mejor idea que frenar, y en el aire, ejecutar la pirueta impactando el balón como venía y clavándolo dentro del arco peruano. Fue el 3 a 0 que aseguraba la clasificación a cuartos.

Martín Aguirre: 9 de octubre de 2011 – Huracán 1 – River 2. Fecha 10 del torneo Nacional B. Tras ir perdiendo, el conjunto de Almeyda llega al empate a través de Martín Aguirre. No conforme con eso, en el minuto 20, el “Tano” Vella desborda y tira un centro atrás, a media altura, que el “Gula” conecta con una acrobática “chilena” al ras del piso. Fue el segundo gol en su cuenta personal y el segundo del equipo de la banda que logró la victoria 2 a 1.

Facundo Quiroga: 28 de septiembre de 2008 – River 3 – Racing 3. Por el Apertura 2008, Racing visitaba a River y a los doce minutos de comenzado el encuentro, un desborde de Leandro González es interceptado por Facundo Quiroga que, con una acrobacia en el aire, intenta despejar el balón, con tanta mala suerte, que su despeje acrobático terminó colándose en el ángulo del arco de Marcelo Ojeda. En una época donde lo imposible se hacía realidad en el “Millonario”, Quiroga se hizo un gol en contra de “chilena”. Luego River finalizaría último en el campeonato por primera vez en su historia.

Roberto Trotta: 6 de agosto de 1997 – River 1 – Newell´s 0. El clausura 1997 llegaba a la decimoséptima jornada con River y Newell´s igualados en la cima con 34 puntos. El Monumental era testigo de una verdadera final. El partido era trabado, mal jugado y con una defensa rosarina casi impenetrable. El partido se moría igualado en cero, entraba en tiempo adicionado y tras un tiro de esquina generado por Enzo Francescoli, Marcelo Gallardo lo ejecutó al punto del penal. Luego de una serie de rebotes, Trotta queda de espaldas al arco y de frente a la pelota, que le había quedado a la altura del pecho, de modo que solo podía resolver de “chilena”. El balón terminó adentro del arco rojinegro, el “Cabezón” lo gritó con alma y vida y  River quedó en las puertas de un nuevo título.

domingo, 20 de enero de 2013

MoraDos

Torneo de Verano 2013 – Fecha 2 – 19 de Enero 2013
Boca 0 – River 2
Mora, la figura
















El título de esta nota no hace referencia a la nueva camiseta que estrenaron ellos hace unas semanas, aunque bien podría ser. Tampoco a como deben haber quedado muchos después de haber perdido el primer superclásico del año. El título va en honor al goleador y sus dos anotaciones, aunque las otras interpretaciones también son válidas.

Finalmente, Ramón Díaz decidió parar el equipo que al parecer será el que afrontará las competencias oficiales. El esquema 3-4-1-2 que se veía en los entrenamientos saltó al campo de juego en el primer superclásico del año, con la presentación de Leonel Vangioni haciendo la banda izquierda y las vueltas de Adalberto Román como líbero y Cristian Ledesma para hacer el doble cinco. Carlos Bianchi plantó un 4-3-1-2 clásico sin ninguna de las caras nuevas.

El encuentro comenzó parejo, con Boca un poco mejor parado y con River tratando de adaptarse a este esquema con tres en el fondo. En esos primero minutos, el “xeneize” tuvo la más clara y Barovero respondió en forma sobresaliente para evitar la apertura del marcador. Con el correr de los minutos, la línea de tres se fue afirmando. Román, de quién se habían tejido miles de incógnitas, estuvo firme en la marca y rápido en cada cruce cumpliendo con creces su función de último hombre.

La presencia del “Lobo”, que se siente más cómodo replegándose para dar una mano en la recuperación, fue ideal para que Ponzio se sintiera más libre de sumarse al ataque y ayudar a Mauro Díaz en la creación. Los volantes externos tuvieron un ida y vuelta constante. A Sánchez ya lo conocemos y la presentación de Vangioni fue esperanzadora. Hace mucho tiempo que no se veía por Núñez un mediocampista izquierdo que tuviera despliegue y juego, por momentos trajo a la memoria a Sergio Berti.

Díaz fue inteligente, ayudó al ex Zaragoza en la creación y supo manejar los tiempos cuando la pelota estaba en sus pies. Parece que su paso por Chile le dio más continuidad y confianza. Habrá que ver si Ramón decide mantenerlo, si le dará una oportunidad a Manuel Lanzini o si llega alguna de las incorporaciones que esta pidiendo para ocupar ese puesto y se inclina por alguno de esos nombres.

En la delantera quizás estuvo uno de los puntos flojos del equipo. Funes Mori sigue impreciso, tomando decisiones erróneas y definiendo apresuradamente, fue el punto más bajo en esta presentación. En contrapartida, Mora fue la figura de la cancha, comenzó con algunas dificultades y en ocasiones enganchó de más antes de definir, perdiendo la pelota. Pero luego metió dos golazos, uno de cabeza tras centro de Vangioni y otro con un potente remate de derecha tras una excelente habilitación de Ariel Rojas, que había ingresado por el ex Newell´s.

Tras comenzar impreciso, el primer tiempo culminó con un dominio absoluto del equipo del “Pelado”, presionando en toda la cancha y no dejando jugar al rival, que estaba apático e irresoluto, sin ideas claras y mostrando el cansancio típico de la pretemporada a mediada que corrían los minutos. A pesar de ello, al “Millo” le costó generar situaciones claras y las que tuvo fueron mal definidas o se diluyeron por amagar excesivamente, por lo que la etapa inicial culminó igualada en cero.

El complemento comenzó como había terminado la etapa inicial. El “Millonario” dominó en todo el terreno, apretando en el medio y el despliegue de los volantes laterales le dio salida clara y precisa. Esto generaba espacios que eran aprovechados por el enganche y los dos de punta. Así, a los 23 minutos, un centro preciso del rosarino debutante cayó en la cabeza del uruguayo que mandó el balón al fondo de la red. Luego, a pocos minutos de la apertura del marcador, tuvo el segundo con un remate cruzado, que atajó Orion, el rebote corto cayó en los pies del mellizo que no pudo definir con comodidad y la pelota pegó en el palo.

A partir de allí el encuentro se convirtió en un monólogo. River siguió con la misma actitud y prácticamente borró a Boca de la cancha, que nunca encontró el partido y se vio superado por el conjunto del riojano.
Finalmente, a los 37 minutos llegó el segundo gol de Mora. Una excelente jugada de Rojas que forcejeó en el medio y se llevo la pelota, habilitando al uruguayo con una maniobra acrobática, dejándolo solo frente al arquero “xeneize”, a quién fusiló con un tremendo derechazo para poner cifras finales en el marcador.

Aunque la alegría quedó del lado de la banda roja, no es muy recomendable sacar conclusiones definitivas sobre los rendimientos de los jugadores y del sistema empleado. Estos encuentros de pretemporada sirven para probar esquemas e intérpretes y la pretemporada muestra a algunos hombres fuera de tiempo o agotados mucho antes de finalizar los noventa minutos.

Como suele decirse, por más que sea amistoso, los clásicos hay que ganarlos, y River ganó. Ahora deberá seguir trabajando para corregir algunos errores propios de experimentar con la línea de tres defensores. Este triunfo va a traer más tranquilidad y respaldo, no al técnico porque ya lo tiene de antemano, pero si para algunos jugadores que estaban bajo la lupa y que tuvieron rendimientos más que aceptables en esta primera evaluación veraniega.

Formaciones
River Plate: Barovero (7); Mercado (6), Román (7), Bottinelli (6); C. Sánchez (6); Ponzio (7), Ledesma (5), Vangioni (7); M. Díaz (6); Funes Mori (5), Mora (8).
Boca Juniors: Orion (4); Sosa (4), Caruzzo (3), Burdisso (4), C. Rodriguez (4); Ledesma (3), Somoza (4), Ervitti (4); Paredes (3); Acosta (3), Silva (4).

Resúmen
Goles: 23’ST Mora (Riv); 37’ST Mora (Riv)
Incidencias: no hubo
Arbitro: Pablo Lunati (Bien)
Figura del partido: Mora (Riv)

domingo, 13 de enero de 2013

Poco para evaluar

Torneo de Verano 2013 – Fecha 1 – 12 de Enero 2013
River 2 – Independiente 0
Rogelio festeja uno de sus goles (foto olé)















Comenzó el 2013 futbolístico con un partido sin muchos condimentos interesantes. River e Independiente se midieron en Mar del Plata en lo que fue el primero de los partidos de esta serie veraniega que sirve de plataforma para probar algunos jugadores y comenzar a darles rodaje para tener ritmo de competencia.

En esta oportunidad, ambos técnicos presentaron un equipo plagado de suplentes y juveniles. El caso de Independiente es entendible, tiene que jugar un partido pendiente del Inicial 2012 contra Tigre, que pasa a ser fundamental para los promedios en lo que queda de la temporada. En el caso de River, Ramón Díaz quiso guardar jugadores para el superclásico, y de paso, probar algunos hombres que venían sin continuidad.

Lo cierto es que no hay mucho para evaluar, se nota la falta de ritmo de competencia en cada movimiento. Pases imprecisos, llegadas a destiempo, remates sin potencia o dirección, gestos de agotamiento, reacciones lentas y tardías, todas muestras de que la pretemporada recién comienza y que la puesta a punto para el campeonato lleva su tiempo.

En lo estrictamente futbolístico, el “Pelado” paró un clásico 4-3-1-2, con la vuelta de Walter Acevedo, tras seis meses de ostracismo, como capitán en el medio y Chichizola defendiendo los tres palos.

Los jugadores de River intentaron constantemente asociarse con triangulaciones, haciendo eje del juego al volante central y al debutante Tomás Martínez, aprovechando la velocidad de los dos de punta que estuvieron rápidos y enchufados. Cuando el enganche no entraba en juego, Acevedo buscaba con pelotazos la velocidad de Villalva o Funes Mori para generar jugadas de peligro.

A través de esas jugadas asociadas llegaron los dos goles. En el primer tiempo, el “diez” debutante recibió de Rojas y metió un centro que Rogelio conectó de cabeza en el borde del área chica; y en el segundo tiempo, un pase largo de Acevedo para Afranchino, éste tocó atrás para la llegada de Villalva en velocidad, se metió en el área y puso un centro bombeado que cayó en la cabeza del mellizo para poner el segundo en su cuenta personal y el 2 a 0 en el marcador.

Independiente nunca inquietó al arquero “Millonario” y los defensores tuvieron una noche tranquila. Fue auspicioso el debut del chico Espíndola López, mostrando solidez y seguridad en dupla con González Pires, aunque no es una prueba contundente como para hacer una evaluación certera.

El zurdo Tomás Martínez se mostró participativo, la pidió siempre y trató de hacerse el conductor de este equipo alternativo. Un juvenil para tener en cuenta e ir llevándolo de a poco para que sea la alternativa de Manuel Lanzini o Mauro Díaz cuando comiencen las competencias oficiales.

Llamativo es el desempeño de Funes Mori y Villalva. No es el primer verano que empiezan con buenas actuaciones y con el correr de los partidos se van desinflando. Anoche fueron los dos determinantes para la victoria, con su movilidad y despliegue incomodaron a la defensa roja y generaron la mayoría de las situaciones de riesgo del “Millo”. Ojalá puedan mantener el nivel, y no sea solamente otra brisa veraniega, para que Ramón tenga un plantel competitivo y con variantes. Ya dijo que quiere hacer de Funes Mori el goleador del campeonato, esperemos que su presencia lo potencie, le de confianza y aprenda el oficio del delantero.

En el segundo tiempo se produjeron los ingresos de dos nuevos debutantes: Federico Andrada, delantero de las divisiones inferiores, que cuenta con el pergamino de ser el máximo goleador histórico de la cantera; y Federico Vega, que es lateral derecho y no tuvo mucho tiempo ni participación como para hacer una evaluación certera de sus funciones.

Lo que queda claro, es que Díaz tiene la firme intención de ir potenciando a los chiquilines para foguearlos con la camiseta de la banda roja y que sepan lo que es vestir y defender estos colores.

Formaciones
River Plate: Chichizola (6); Abecasis (5), González Pires (6), Espíndola López (6), D. Martínez (5); Affranchino (6), Acevedo (7), Rojas (5); T. Martínez (6); Villalva (7), Funes Mori (8).
Independiente: Rodríguez (5); Contrera (4), Galeano (4), Tuzzio (5), Vallés (3); Villafañez (5), Bastión (4), Mancuello (4); Fredes (3); Rosales (4), Benítez (4).

Resúmen
Goles: 41’PT R. Funes Mori (Riv); 19’ST R. Fues Mori (Riv)
Incidencias: 10’ST expulsado Vallés (Ind)
Arbitro: Silvio Trucco (Bien)
Figura del partido: R. Funes Mori (Riv)

miércoles, 9 de enero de 2013

Familia Labruna

Ángel Amadeo, Ángel Daniel y Omar
Ángel Labruna con Ángel Daniel (izq) y con Omar (der)

















Son pocos los casos de los futbolistas exitosos cuyos hijos hayan podido desarrollar una carrera similar. En muchos, el peso de la fama o los logros obtenidos por el progenitor termino condicionando el desempeño del hijo, del cual se espera que, por una simple cuestión hereditaria, sea igual o más exitoso que su padre, repitiendo o mejorando sus resultados.

El caso de la familia Labruna se enmarca dentro de estas características. Ángel Amadeo fue un histórico jugador “Millonario”, nacido, criado y formado en el club. Su ídolo era Bernabé Ferreyra y siempre se escapaba para ir a ver los partidos del equipo de la banda roja. Su padre no quería que fuera futbolista porque lo consideraba una pérdida de tiempo, pero él no le hizo caso. Se probó en River e hizo las inferiores allí. Además, jugó al basket, conoció a su esposa y madre de sus hijos en las fiestas del club y siempre vivió cerca del estadio, tanto cuando se ubicaba en Alcorta y Tagle, como cuando se mudó a su actual ubicación en Núñez.

El “feo” fue un virtuoso de la época dorada del “Millo”. Debutó en 1939 y defendió la camiseta de la banda roja por 20 años. Se convirtió en el máximo goleador histórico del club con 293 tantos, en el máximo goleador histórico en los superclásicos con 16 anotaciones y formó delanteras memorables, entre ellas, la que muchos consideran la mejor de la historia: “La Máquina”. En los años que salió al verde césped con la banda roja cruzándole el pecho ganó nueve títulos locales, tres Copas Aldao (considerada la predecesora de la actual Copa Libertadores), tres copas Ibarguren y una Copa Escobar, además, fue el máximo goleador del torneo local en dos ocasiones.

Todos estos números, y su vida entregada al club de sus amores, lo convirtieron en el máximo ídolo riverplatense de todos los tiempos, al punto tal de que en la fecha de su nacimiento se conmemora el día internacional del hincha de River.

Pero no sólo fue un destacado jugador, sino que también era un hábil declarante y siempre tenía a “la contra” entre ceja y ceja, quería ganarles como sea, usaba chicanas para enfrentarlos y los tenía de hijo.

Su último partido lo jugó en 1959 y sufrió una profunda decepción cuando del club le enviaron un telegrama de renuncia. Lo sintió como una gran traición. Se fue Chile y finalmente terminó su carrera en Platense.

Además de su historial como jugador, terminó de consagrarse como el máximo estandarte “Millonario” cuando, como técnico, dirigió al equipo que rompió la sequía de 18 años sin títulos. Luego ganó cinco Torneos Argentinos más, entre Nacionales y Metropolitanos, convirtiéndose así en el máximo ganador de la historia riverplatense hasta la llegada de Ramón Díaz.

En enero de 1945 se casó con Guillermina Josefina Carrasquedo y con ella tuvo a sus dos hijos: Ángel Daniel y Omar Raúl.

El primero nació en 1950 e hizo las inferiores en el club. Era volante central y fue compañero de Norberto Alonso, Carlos Morete y Juan José López entre otros. Pintaba para tener un gran futuro y Angelito se sentía identificado con su forma de jugar. En un chequeo médico para una operación de meniscos le detectaron una Leucemia que finalmente le quitó la vida el 26 de octubre de 1969, con tan solo 19 años.

El segundo, y más conocido, Omar Raúl, nació el 3 de abril de 1957 y también hizo las inferiores en River Plate, donde debutó de la mano de su padre en 1976. Allí fue compañero de Ramón Ángel Díaz, con quién forjó una gran amistad que perduró con el paso del tiempo.

Su carrera como jugador con la banda roja no cuenta con muchos galardones, más bien era relevo en un equipo plagado de estrellas. Además, el hecho de ser el hijo del técnico fue una carga difícil de llevar. Labruna padre no quería que sus dirigidos pensaran que había favoritismos con “Omarcito” y esta situación lo llevaba a relegarlo en las consideraciones, incluso, ante igualdad de condiciones con algún compañero, nunca se inclinaba por su hijo para evitar suspicacias y los mismos compañeros debían convencerlo para incluir en el equipo al joven Labruna.

Prácticamente sin continuidad, jugó 44 partidos en cinco años; sin actuaciones destacadas, se recuerda un gol suyo de tiro libre frente a Boca en 1978 para la victoria 1 a 0 en el Monumental; y con el objetivo de descomprimir la situación que se vivía por la relación padre-hijo en el plantel, dejó el conjunto “Millonario” en 1981 para seguir su carrera en Quilmes, Platense y Deportivo Italiano. En éste último militaba en 1983, cuando Don Ángel murió en brazos de Ubaldo Fillol por un paro cardíaco en el post operatorio de una operación de vesícula.

El golpe fue insoportable para Omar, que culminó ese año jugando en el “azzurro” y en el verano siguiente le comunicó al presidente que la muerte de su padre había sido muy dura y difícil de superar por lo que dejaría de jugar al fútbol con tan solo 26 años.

Con el paso del tiempo siguió ligado al fútbol y casi diez años después de su retiro, en 1995, asumió como ayudante de campo de su amigo, el “Pelado” Díaz, en River Plate, donde vivió los mejores momentos de su carrera en el fútbol formando parte del cuerpo técnico más ganador de la historia “Millonaria”

miércoles, 2 de enero de 2013

Norberto Osvaldo Alonso



Integrante de la galería de ídolos “Millonarios”, es quizá una de las pocas palabras autorizadas para hablar sobre lo que significa vestir los colores sagrados. Junto con Ramón Díaz, el ya fallecido Ángel Labruna, Amadeo Carrizo, Ariel Ortega y Enzo Francescoli (éste último, el único no surgido de las inferiores) son los nombres que se mencionan al pensar en grandes glorias a las que el hincha le gustaría tener siempre cerca del club.

El “Beto”, con su zurda, desparramó magia por todas las canchas argentinas y del mundo. Desde el rectángulo de juego, condujo a River en los momentos más importantes de su historia.

En 1975, con tan solo 22 años, en un medio campo formado por juveniles del club (junto a Reinaldo Merlo y Juan José López), fue el eje del equipo que salía de memoria, hasta que la famosa huelga amenazó con arruinarlo todo. Finalmente, un once compuesto por juveniles, libró la última batalla. El zurdo no estuvo presente en el campo de juego por ser profesional, pero su aura iluminó a Rubén Bruno que se vistió con la “10” en la espalda, y de zurda, a lo Alonso, le dio el tan ansiado título. Una semana antes, frente a San Lorenzo, el “Beto” había allanado el camino con un doblete para abrir las puertas de la consagración.

Didí, un brasileño con buen ojo para detectar talentos, le cumplió el sueño de jugar en la primera del club de sus amores. Lo hizo debutar en 1971 y a partir de ese día, defendería a la “banda” contra viento y marea.

Pero no todo fue un camino de rosas para Alonso. Lesiones, transferencias y peleas, lo obligaron a dejar el equipo en tres oportunidades (1973, 1976 y 1981), y siempre volvió para demostrar que Núñez es su lugar en el mundo. En 1973, una glucemia casi lo aleja del fútbol para siempre; en 1976 se fue a Francia, pero en el país galo no tuvo el éxito esperado y al año siguiente volvió a River; y en 1981, una pelea con el técnico Di Stéffano, antes de la final del Nacional de ese año, lo obligó a migrar a Vélez Sarfield, donde vivió la jornada más triste como jugador cuando le convirtió un gol en el Monumental a su ex compañero, Ubaldo Fillol, y por supuesto, no lo gritó.

De todos modos él siempre volvió, él sentía que el “Millonario” lo necesitaba. Así como en 1975, su regreso en 1977 fue para obtener cuatro títulos más. Dos Metropolitanos (1979 y 1980) y dos Nacionales (1979 y 1981) conforman el palmarés de su segunda etapa en el club. Aunque lo mejor estaba por venir. El sabía que a River le faltaba algo y, como buen hincha, anhelaba conquistar América y el mundo.

Tras volver de Vélez en 1984, en Núñez se estaba armando un equipo que dejaría atrás las angustias en el plano internacional. Con Héctor Veira como director técnico, la llegada de Enzo Francescoli en 1983 y una serie de jugadores que darían un salto de calidad al equipo tras las pobres actuaciones de la primera mitad de la década del 80, River se consagró en el campeonato 1985/86, en aquella jornada gloriosa de la pelota naranja y la posterior vuelta olímpica en la “bombostera”. Obteniendo así la clasificación a la Copa Libertadores 1986, ya sin el “Príncipe” entre sus filas.

En la Copa, el “Capitán Beto” volvió a mostrar como se debe defender la camiseta de la banda sangre. Formando grandes sociedades con Antonio Alzamendi, Juan Funes, Ramón Centurión, Héctor Enrique y Américo Gallego, entre otros, se puso el equipo al hombro y llevó el estandarte riverplatense a lo más alto de América. Dos meses más tarde, una genialidad suya le permitió a Alzamendi anotar el gol para conquistar el Mundo en Japón.

Sin dudas es uno de los jugadores más influyentes en la historia de River. Fue partícipe de todas las grandes hazañas del “Millonario” alrededor del mundo. Estuvo en los planteles más importantes de la historia de la institución. Desparramó su talento y calidad por cuanto rectángulo de césped pisó con sus botines. Asistidor y goleador, los hacía de cabeza, de jugada, de tiro libre, de zurda, de derecha y hasta gambeteando al arquero sin tocar la pelota. Cada vez que se habla de cómo debe jugar River, se dice que hay que tener un diez como Alonso o como dijo Osvaldo Ardizone “el fútbol es un potrero y un pibe que juega como el ‘Beto’ Alonso”.

También vistió la camiseta de la selección en el Mundial de 1978. Luego de dos buenas actuaciones, una lesión le impidió completar el certamen en el que obtuvo su medalla de campeón del Mundo.

En 1987, 70000 personas se congregaron en el Monumental para despedir al ídolo que tuvo allí su partido homenaje. El último encuentro oficial había sido aquella definición Intercontinental, en la que, mientras daba la vuelta olímpica, supo que ese era el momento para retirarse. El 13 de junio de 1987, el estadio Antonio Vespucio Liberti se llenó como si fuese una nueva final. El “Beto” dejaba de regar su fútbol por Núñez y, entre lágrimas, entregaba una frase que refleja su amor por estos colores: “Gracias a Dios que me tiró en River”