viernes, 22 de febrero de 2013

El Pelé Blanco

la secuencia del gol del "Beto"





















Año 1970. México cobijaba el noveno Campeonato Mundial de Fútbol. En una de las semifinales, disputada el 17 de junio, Brasil y Uruguay reeditaban la definición de 1950 en el Maracaná. Los  uruguayos buscaban repetir la historia, los brasileños tomarse revancha por aquel “maracanazo” inolvidable.

Los cariocas llegaban como favoritos. Entre sus filas se encontraban varios de los máximos exponentes del balompié de la época: Carlos Alberto, Clodoaldo, Jairzinho, Tostao, Rivellino y, por supuesto, Pelé.

El partido comenzó favorable a los “charrúas”, que se pusieron en ventaja con un gol de Luis Cubilla, hasta que Clodoaldo puso tablas en el marcador a poco de finalizar el primer tiempo. En el complemento, Jairzinho adelantó al “scratch” y faltando poco para la finalización del encuentro, Rivelino estampó el 3 a 1 final para clasificar al equipo de Pelé a la final.

Además del resultado y la clasificación, ese encuentro sería recordado por una jugada, que de haber terminado en gol, estaría en el podio de los mejores goles en la historia de los mundiales.

En el Minuto 46, Tostao mete un pase entre líneas de la defensa “celeste”, que deja a Pelé pie a mano contra el arquero uruguayo, Ladislao Mazurkiewicz, en la media luna del área. El diez brasileño deja correr el balón sin tocarlo, lo que despista al uno uruguayo que va a buscar al delantero por su derecha, mientras la pelota le pasa por la izquierda, quedando completamente desairado. El “Rey”, tras esquivar en su carrera al portero, va en busca de la número cinco dentro del área grande, levemente abierto sobre su derecha, y ejecuta un remate cruzado, tan cruzado que, lo que parecía ser una obra maestra, termina perdiéndose por la línea de fondo apenas desviado del segundo palo.

Aunque no terminó dentro del arco, la jugada es recordada por la finta al arquero sin tocar la pelota.

Año 1972. Torneo Nacional de Argentina. Por la zona de clasificación, el 3 de diciembre, el Monumental de Núñez era testigo de un nuevo clásico entre River e Independiente. El conjunto “Millonario” llegaba con un invicto de diez partidos (nueve victorias y un empate) y contaba con figuras como Juan José López, Reinaldo Merlo, Oscar Más, Carlos Morete y, por supuesto, Norberto Alonso.

El partido comenzó electrizante. A los 26 minutos ya contaba con cuatro anotaciones: Giusotzzi, a los sesenta segundos, ponía en ventaja al equipo de la banda. Diez minutos después, Doboletta empataba el marcador, y a los quince, Morete establecía el 2 a 1. Luego, a los 26, Maglioni estampaba una nueva igualdad y, finalmente, a los 32’ Alonso, y a los 43’ Morete, decretaban el 4 a 2 con el que finalizaba el primer periodo a favor del local.

El complemento no podía ser menos, a los seis goles con los que ya contaba el tablero electrónico, se le agregaría otro de Alonso a los cinco minutos, el tercero de Morete a los 30’ y el último, de Marchetti, a los 34’, para decretar el 7 a 2 final. Sin dudas, un resultado sorprendente y, hasta hoy, la máxima goleada de River propinada al cuadro de Avellaneda.

Además de la gran cantidad de veces que la pelota besó las redes, del histórico marcador y del triplete de Morete, ese encuentro se recuerda porque el “Beto” se convirtió en el “Pelé Blanco”.

Cuando transcurrían cinco minutos del segundo período, el partido estaba 4 a 2 a favor del “Millonario”, e Independiente buscaba descontar, adelantando sus líneas peligrosamente. En ese momento, Jorge Dominichi recibe cerca de mitad de cancha, y mete un pase entre líneas de la defensa “roja”, dejando al “Beto”, que superó en la carrera a Luis Garisto, pie a mano contra el arquero rival, Miguel Santoro, en la media luna del área. El diez rojiblanco amaga a tomar el balón, pero lo deja correr sin tocarlo. El uno de Avellaneda, creyendo el engaño, siguió al zurdo, que le pasó por delante, y la pelota, le pasó por detrás, quedando completamente desairado. Alonso, tras la exquisita maniobra, se encontró con la redonda y solo tuvo que empujarla al fondo del arco, completando la obra que, dos años atrás, había dejado inconclusa el “Alonso Negro”.

Tiempo después, el ídolo “Millonario”, reconocería que fue el mejor gol que hizo porque “la tuve que resolver ahí, como un actor que tiene que improvisar algo porque le falló el libreto”

Gracias a River y Números (@River_Numeros) por su valioso aporte.

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