miércoles, 9 de octubre de 2013

Luis María Rongo






















¿Cuánto valdría hoy un jugador que tuviera más de un gol por partido? ¿Cuántos partidos jugaría en Primera un artillero que convirtiera dos tantos o más en cada uno? Y peor aún, ¿qué pasaría si el rompe redes en cuestión no tuviera la titularidad asegurada? ¿Si fuera relegado por otros delanteros, tan potentes y efectivos como él? Sería un verdadero problema para el entrenador, un lindo problema, como les gusta decir cuando se encuentran ante una situación semejante.

En 1935, River Plate contaba con una camada de jugadores que desplegaban un fútbol vistoso. Las presencias de Bernabé Ferreya y Carlos Peucelle, llegados a principios de la década del treinta a cambio de cifras astronómicas, lo habían catalogado como el Millonario. Además, de las inferiores se estaba consolidando José Manuel Moreno y comenzaba a hacer sus primeras armas Adolfo Pedernera .

Pero también había un juvenil cuya carrera no deslumbró por la presencia de esos monstruos. Todos los números que el Mortero de Rufino tenía en primera, eran replicados por este juvenil, rubio y espigado, que transitaba las categorías menores.

Un día Ferreyra se lesionó, y allí estaba el joven cordobés, agazapado, esperando su oportunidad. El debut de Luis María Rongo fue el 1 de septiembre de 1935, y el rival, nada menos que Boca Juniors. Su estreno no podía ser mejor, el artillero conquistó el gol del empate, comenzando a convertirse en verdugo del equipo xeneize.

A partir de allí, a pesar de no tener continuidad, no pararía de marcar ante cada oportunidad de mostrarse. Ese certamen lo terminó con cinco goles en cuatro presentaciones, tres de ellos en un partido a Gimnasia de La Plata, y ya sentía que podía ocupar un lugar entre los hombres de primera.

Lamentablemente para él, Bernabé se recuperó, y tuvo que volver a las fuerzas básicas, y así, nunca pudo hacerse del puesto. Las presencias de las grandes estrellas con las que contaba River en esa época lo relegaron a pelear siempre por un lugar.

Así, a mitad de la temporada de 1937, pasó a préstamo a Argentinos Juniors por seis meses, para luego regresar al Millonario. Ese año logró coronarse campeón con la banda e irse al descenso con el Bicho, ya que había formado parte de ambos planteles.

En River alcanzó un record similar al del Mortero, tener más anotaciones que partidos jugados,  a pesar de la falta de continuidad, que pedía a fuerza de goles en cada presentación.

Este gringo rubión, de pelo engominado y potente remate, anotó la friolera de 58 tantos en 49 partidos, más de uno por encuentro, muchos de ellos aprovechando la violencia de sus tiros.

Tras seguir en la banda hasta 1940, y gracias a su romance con la red, el Fluminense le hizo una oferta imposible de rechazar, y se llevó sus goles al país del “jogo bonito”.  Allí jugó un año y plasmó otro record: anotó seis goles en un mismo encuentro, marca que aún no ha sido superada. Además, revalidó los pergaminos que lo llevaron al club carioca, 36 goles en 25 encuentros.

Luego volvió a la Argentina para vestir los colores de Platense y pasear su fútbol, poco vistoso pero efectivo, por Temperley, Excursionistas y San Telmo, donde finalmente se retiró a los 32 años.

Además de haber logrado dos campeonatos con el conjunto Millonario (1936 y 1937, aunque recientemente AFA reconoció una nueva estrella en 1936), entre sus logros personales se encuentra:

  • Siete goles a Boca
  •  Cinco “hattricks”
  •  Diez dobletes
  • Una vez con cuatro goles (el 30/10/1938 en un 5-1 a Atlanta)
  • Una vez con cinco goles, record que comparte con Leopoldo Jacinto Luque, en un 8-0 a Ferro el 23/4/1939
  • De los cinco tripletes, tres fueron en forma consecutiva (el 7/8/1938 3-2 a Racing; el 14/8/1938 5-1 a Huracán; y el 21/8/1938 3-1 a Vélez)
  • Su temporada más prolífica fue la de 1938, donde consiguió 33 goles en 20 partidos
Seguramente, un artillero como este, hoy en día duraría muy poco en la primera de un equipo. En aquellos tiempos, tuvo que irse a otro país en busca de continuidad, y River dejó de lado a un valor que pudo dar mucho más por la banda roja, solo que delante de él estaba el fantástico Bernabé Ferreyra.

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