La pelota viaja a la red, ellos miran |
El 10 de marzo de 2002 se jugó la fecha seis del torneo clausura de ese año y, en la Bombonera, se disputó el superclásico número 174 de la era profesional.
River
llegaba invicto, con cuatro victorias, un empate y 16 goles a favor. Boca no
había perdido en el campeonato, producto de dos triunfos y tres pardas. Para el
local era la oportunidad de acortar distancias con el puntero y, para el “Millonario”,
la posibilidad de alejar definitivamente a su eterno rival de los puestos de
vanguardia, con el agregado de poder cortar una racha de más de siete años sin
victorias en el riachuelo.
Los equipos
salieron al campo de juego con:
BOCA
JUNIORS: Abbondancieri; J.M.Calvo, Burdisso, Crosa, C.Rodríguez; Battaglia(Giménez),Traverso,
Serna, Gaitán(Carreño); Gmo.Barros Schelotto, Delgado. Director Técnico: Oscar
Tavarez.
RIVER
PLATE: Comizzo; Garcé, C.Ayala, Rojas; Coudet(Husaín), Ledesma(Pereyra),
Cambiasso, Zapata(Demichelis), D'Alessandro; Ortega, Cavenaghi. Director Técnico: Ramón Díaz.
Fue un
partido con muchas ocasiones de gol para ambos bandos, por momentos de ida y
vuelta, con Ariel Ortega y Andrés D’Alessandro inspiradísimos y un Eduardo
Coudet imparable por la banda.
Como
siempre que juega River, la tribuna visitante estaba pintada de rojo y blanco, a
pesar de la lluvia no cabía un alfiler y los cantos se escuchaban desde Núñez. Ese
sonido ensordecedor se cambió por un alarido de gol cuando, a los 26 minutos
del primer tiempo, Esteban Cambiasso abrió el marcador. El “Millo” se ponía en
ventaja y Boca no sabía cómo hacer para detener el vendaval.
Faltando
poco para la finalización de la primera etapa, una jugada que nació por la
izquierda con Victor Zapata, buscó a Ortega; el “Burro” la metió en el área,
donde la recibió D’Alessandro, quién hizo un pase más para habilitar a Coudet.
El “Chacho” llegó libre cerca del área chica y con un remate cruzado venció la
resistencia de Abbondanzieri, que parado en el primer palo, no pudo hacer nada
para evitar una nueva caída de su valla.
El segundo
tiempo empezaba con el local buscando descontar por todos los medios y el “Millonario”
esperando para, de contra, ampliar la ventaja en el marcador. La impericia de
los hombres “xeneizes” y la seguridad defensiva del equipo de Ramón Díaz,
impidieron que Ángel Comizzo tuviera que ir a buscar la pelota dentro de su
arco. De hecho, de contragolpe, el “Torito” tuvo la posibilidad de ampliar la
ventaja, pero su definición pegó en el palo cuando Abbondanzieri había quedado
en el camino.
Así
transcurrió el complemento, aunque todavía faltaba la sorpresa de la jornada.
En el minuto 43 de ese período, bajo una intensa lluvia, Ricardo Rojas recuperó
la pelota en la zona defensiva “Millonaria”, aguantó una patada desde atrás de Carreño
y siguió con su carrera hacia la mitad de cancha, siempre por el lateral
izquierdo; antes de cruzar el límite de lo desconocido, descargó con D’Alessandro,
que tenía dos hombres encima, éste encaró hacia la izquierda y Rojas, lejos de
intimidarse, se lanzó a la aventura. El “Cabezón” tocó rápidamente para
Cavenaghi, ubicado sobre la línea lateral, que, antes de recibir, ya había
visto al nacionalizado paraguayo corriendo por detrás del joven zurdo “Millonario”.
“Cavegol” descargó rápidamente hacia donde se encontraba el guaraní, que la
dejó picar y con un suave toque esquivó la marca del último hombre rival. En
ese instante, Abbondanzieri comenzó a salir para achicar el ángulo de remate y,
en ese mismo momento, el “paragua” ejecutó una maniobra que sorprendió a propios y
extraños. En un segundo de lucidez, impactó el balón enterrando el empeine
debajo del mismo, éste describió una parábola perfecta que dejó al uno local
parado en la línea del área chica, viendo como la número cinco le pasaba por
encima de la cabeza, sin poder hacer absolutamente nada, y se estrellaba contra
el fondo del arco. El misionero había practicado una exquisita vaselina para convertir
su primer y único gol en el fútbol argentino que decretaba un contundente 3 a 0
a favor del equipo de Ramón Díaz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario