sábado, 6 de abril de 2013

Ramón Ismael Medina Bello


En épocas en las que no existían los encuentros televisados en vivo y en directo, ni se transmitía fútbol las 72 horas del fin de semana, la manera de seguir a River era yendo a la cancha o escuchando el partido por la radio y esperar al domingo a la noche para poder ver los goles en “Fútbol de Primera”.

En esos años, se escuchaban los relatos y se imaginaban las jugadas, los pases, los ataques, las atajadas y los goles. En esos tiempos, los jugadores no tenían cuerpo, eran palabras que corrían y ejecutaban maniobras que tenían millones de imágenes del otro lado del emisor.

Entre esas imágenes, había un jugador que donde tomara la pelota, era peligro de gol. El relator tropezaba con sus palabras cada vez que Medina Bello se ponía en contacto con el balón. No importaba si estaba dentro del área o en el círculo central, el relato se aceleraba, las palabras se convertían en trabalenguas y Ramón Ismael hacía volar la imaginación de los escuchas.

El oriundo de Gualeguay había llegado a River en 1989 proveniente de Racing Club, donde había jugado desde 1986.  Al principio no fue titular, pero con la asunción de Daniel Passarella como director técnico del club “Millonario” el delantero se ganó un lugar entre los once y formó una dupla de ataque letal con Rubén Da Silva.

Aunque no era un jugador de gran habilidad, como podía serlo el “Polillita” o Ramón Díaz, por citar algunos de sus compañeros de ataque, el “Mencho” era una amenaza latente. Su contextura física era la típica del “tanquecito”, de hecho, así lo apodaron cuando todavía era un juvenil. Morrudo y retacón, sus 173 centímetros estaban cargados de potencia. Cuando tenía la pelota ensayaba sus característicos “menchazos”, unos zapatazos que rompían todo lo que se cruzaba en su camino, a tal punto que, si iban al arco, podían clavarse en el ángulo, doblarle las manos al arquero e incluso dejarlo desmayado en el césped, y si no, terminaban navegando por las calles aledañas de algún estadio.

A pesar de que un relator lo había apodado “Robocop”, incluso para una producción de la revista “El Gráfico” se fotografió disfrazado como tal, por su potencia y tozudez, no era ningún negado con la técnica. De repente podía sorprender dejando en el camino a tres jugadores y pasando el cuero por un costado del arquero, para irlo a buscar por el otro, como en aquel gol a Estudiantes de La Plata para coronar campeón al “Millonario” en 1990; o antoando un gol de taco con una maniobra de ballet jugando para la selección nacional. También podía errar goles increíbles, popularizando el famoso "lo que te devoraste Ramón Ismael!!" que exclamaba Marcelo Araujo cuando relataba los partidos de River.

Su explosión le hacía pensar al escucha que sus jugadas siempre eran cerca del área y que podían terminar en gol, ya que poseía una increíble velocidad que, ayudado por su potencia, dejaba a los rivales en el camino como postes y obligaba a los arqueros a enfrentarse a un fusilamiento inminente.

En las dos etapas que estuvo en el club (1989/1993 y 1996/1997), jugó 155 partidos y marcó 86 goles. Con sus actuaciones logró conquistar al hincha de River que, aunque no lo considera un ídolo absoluto, lo recuerda con mucho afecto como uno de los grandes goleadores que vistieron el manto sagrado. Además, es uno de los hombres que más títulos ganó en el conjunto de Núñez, con seis campeonatos locales, una Copa Libertadores y una Supercopa Sudamericana.

Tras su segunda etapa en el “Millonario” (1996-1997), militó en las filas de Talleres de Córdoba, equipo con el que logró el ascenso y decidió retirarse para volver dos años después a jugar en Sportivo Dock Sud de la primera C. Tras tres temporadas allí, finalmente colgó los botines en el año 2005.

Actualmente, al entrerriano se lo puede ver los lunes por la noche representando al selectivo de veteranos de River Plate en una de las canchas auxiliares del estadio Monumental.

2 comentarios:

  1. es el jugador argentino que más veces salió en la tapa del gráfico en la década del 90, por encima incluso del innombrable

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  2. Es cierto, tengo un muchos números de la revista "El Gráfico" de la década del noventa y en una cuantas esta el "Mencho".
    Gracias por comentar.
    Abrazo Millonario.

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