domingo, 26 de abril de 2015

Con la cabeza en otra cosa

Supercopa Argentina 2014 - Final - 25 de abril de 2015
River Plate 0 - Huracán 1

El equipo de la Supercopa (foto River Plate)













Así lucio el River que salió al terreno de juego en el Estadio Bicentenario de San Juan. Desconcentrado, sin ideas y sin rebeldía. Fue un partido chato, con dos equipos que tenían diferentes intenciones de cómo encarar el encuentro.

Por un lado, River llevaba la presión de tener que ganar por el mandato histórico de ser el equipo más grande y ganador del fútbol argentino. Y esta premisa plantea la discusión acerca de cuál es la verdadera utilidad de tener que jugar este tipo de definiciones. Incógnita que develaremos más adelante.

Con ese panorama, la propuesta era abrir la cancha con Gonzalo Martínez y Carlos Sánchez, aprovechando la movilidad de Rodrigo Mora y con Fernando Cavenaghi como delantero de área.

Por otra parte, Huracán tenía en claro su papel de partenaire, y salió a aguantar el partido cerca de su arco y a demorar el juego todo lo posible. Así lo manifestó Marcos Díaz en el primer saque de meta que realizo en perfecta cámara lenta, situación que repitió en cada saque sin que el juez le llamara la atención.

En ofensiva solo apelaba a algún pelotazo largo que pudiera aguantar Ramón Abila, y a la velocidad de Edson Puch y Cristián Espinoza, que hicieron lo que quisieron por el sector izquierdo de la defensa Millonaria.

Con el peso de la responsabilidad y la cabeza puesta en los cruces por copa y campeonato frente a Boca, el Millo estuvo muy impreciso, errando pases cortos y fáciles, perdiendo pelotas increíbles y chocando contra una defensa que, con esperar parada, sacaba todo lo que pasaba cerca.

Para colmo, se empecinaba en atacar por izquierda con el Pity, que parecía estar sintiendo el hecho de tener en frente a su ex equipo, porque no le salió ninguna. Se resbalaba, encaraba mal, la pasaba mal y cuando tenía libre para patear, no remataba. Una noche muy pobre del ex Huracán.

Además, a Cave no le llegaba la pelota, y salía mucho para participar del circuito de juego, perdiendo poder en el área. Así, con la anemia ofensiva y la endeblez defensiva, en una contra donde quedo mal parada la defensa del Millo, Espinoza gambeteo a Funes Morí, que jugo muy mal, se metió en el área y, tras meter el centro atrás, Edson Puch definió con el arco de frente, dejando sin reacción a Marcelo Barovero.

Si antes el Globo tenía la premisa de aguantar y hacer tiempo, esa tendencia se incrementaría tras la anotación. Las ocasiones de gol eran escasas, y la banda había hecho más por conseguir la apertura del marcador, pero los goles se hacen, y River estaba impreciso. Para colmo, en el segundo tiempo, el arquero quemero se convirtió en figura, ahogando el grito de gol en, por lo menos, tres situaciones debajo del arco.

La impericia ofensiva y la falta de ideas fueron la característica fundamental del complemento, que se escurrió casi sin rebeldía y con un resultado que dejaba a River con las mano vacías. La principal preocupación pasa por la fragilidad defensiva que muestra el equipo en este 2015. Otra vez le llegaron poco y le convirtieron. Con excepción de Jonathan Maidana, los del fondo tuvieron un partido muy flojo. Vangioni a destiempo y regalando las espaldas, Funes pasando de largo en todos los tiros y Camilo Mayada que, de cuatro, casi no tuvo participación.

El otro punto que sigue preocupando es el pobre nivel que exhiben jugadores que fueron claves en el 2014, como Leonardo Pisculichi, que está cada vez más lejos de su mejor versión, y el Toro, que se lo noto incómodo y hasta se lo vio discutir con algún compañero en el terreno de juego.

Se dejó pasar la oportunidad de sumar un trofeo más, una Copa Oficial de AFA que hubiera agrandado las vitrinas y que les habría dado otro ánimo para encarar las dos semanas más importantes del año. Ojala que la derrota sirva para hacer una autocrítica y les permita sacar la bronca y rebeldía para dejar todo frente al clásico rival y seguir avanzando en la Copa Libertadores.

Con respecto a la disputa de este tipo de copas, la ambigüedad surge porque todo el peso de la responsabilidad recae sobre el equipo grande. Si este gana, es lo lógico, a nadie le mueve la aguja, es lo que tenía que hacer y no le gano a nadie. Pero si pierde, comienzan los rumores, las versiones de ánimos bajos, las repercusiones porque perdió contra un rival inferior y todo lo que a los medios les gusta decir tras la derrota de un grande. Dejando en claro que el único que tiene algo por ganar, más allá del trofeo en sí, es el equipo rival.

Ahora vienen las semanas más importantes del semestre, en donde no se hablara de otra cosa más que de los superclásicos. Ahora River deberá poner la cabeza ahí, aunque en San Juan, parecía que ya estaba pensando en eso.

Formaciones

River Plate: Barovero (6); Mayada (4), Maidana (6), Funes Mori (3), Vangioni (4); C. Sánchez (4), Kranevitter (6,5), Rojas (4); G. Martínez (3); Mora (5) y Cavenaghi (4). Director Técnico: Marcelo Gallardo.

Ingresaron: 12’ST Pisculichi por C. Sánchez; 17’ST Driussi por Rojas; 39’ST Solari por Mayada.

Huracán: M. Díaz; Mancinelli, Nervo, E. Domínguez, Balbi; L. Villarruel, Vismara, Toranzo, Puch; Espinoza y Ábila. Director Técnico: Néstor Apuzzo.

Resumen

Goles: 21’PT Puch (Hur)
Incidencias: no hubo
Arbitro: N. Piraña (aceptable)
Figura: M. Díaz
El mejor de River: Kranevitter


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