A lo largo de la historia, muchos jugadores llegaron a River con pergaminos de hazañas y grandes actuaciones, pero al ponerse el manto sagrado, se hundían en el ostracismo y la intrascendencia. Otros llegaban con perfil bajo y sin mucho ruido, pero acababan sorprendiendo al público Millonario.
En 1975, River Plate cortaba la racha de 18 años sin títulos y Carlos
Morete, su goleador, era transferido al fútbol español. Para cubrir su partida,
se incorporó a Leopoldo Jacinto Luque, un santafesino, de 26 años, que le había
convertido en dos ocasiones en el Metropolitano de 1975, y que tenía recorrido
en equipos del interior pero poca continuidad en Primera División.
El Pulpo no tardó en demostrar porque fue el elegido. El día de su
debut, el 21 de septiembre de 1975, convirtió el gol de la victoria, nada menos
que contra Boca, en la Bombonera. A partir de allí, sería pieza clave en el
equipo de Ángel Labruna, a tal punto que condenaría a un naciente Ramón Díaz a
ingresar en los segundos tiempos.
A pesar de medir alrededor de un metro ochenta, era un jugador veloz,
ágil, de una potencia arrolladora y un olfato infalible. Características
difíciles de combinar en un goleador, pero que le quedaban pintadas para el
paladar riverplatense.
Fue en el conjunto Millonario donde encontró su lugar en el mundo. De
breves pasos por Unión y Rosario central, vistió la banda sangre durante cinco
años, período en el que se ganó la confianza de César Luis Menotti, seleccionador
nacional, para formar parte del plantel Argentino campeón del Mundo de 1978.
En River jugó 207 encuentros oficiales (176 por torneos de AFA y 31
internacionales) y convirtió 84 goles (75 en AFA y 9 internacionales), números
que lo ubican dentro de los magníficos artilleros riverplatenses.
Entre sus obras con la casaca Millonaria se encuentra un gol de taco a
Huracán, convertido el 2 de diciembre de 1979; y el record de ser el único
jugador que logró convertir cinco goles en un clásico. Fue contra San Lorenzo,
el 22 de febrero de 1976, el encuentro finalizó 5 a 1 en favor del Millonario,
y Leopoldo metió los cinco.
Este espigado delantero de bigote setentoso y brazos largos hasta el
infinito, fue uno de los grandes goleadores de la historia Millonaria. Generalmente,
cuando se habla de ídolos, se suele mencionar a Norberto Alonso, Amadeo Carrizo,
Ariel Ortega, Ángel Labruna, Enzo Francéscoli y Adolfo Pedernera, pero no se
tiene en cuenta a Luque, que sin dudas, merece un lugar en esa galería.
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