Ángel Amadeo, Ángel
Daniel y Omar
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Ángel Labruna con Ángel Daniel (izq) y con Omar (der) |
Son pocos los casos de los futbolistas exitosos cuyos hijos hayan podido desarrollar una carrera similar. En muchos, el peso de la fama o los logros obtenidos por el progenitor termino condicionando el desempeño del hijo, del cual se espera que, por una simple cuestión hereditaria, sea igual o más exitoso que su padre, repitiendo o mejorando sus resultados.
El caso de la familia
Labruna se enmarca dentro de estas características. Ángel Amadeo fue un
histórico jugador “Millonario”, nacido, criado y formado en el club. Su ídolo
era Bernabé Ferreyra y siempre se escapaba para ir a ver los partidos del
equipo de la banda roja. Su padre no quería que fuera futbolista porque lo
consideraba una pérdida de tiempo, pero él no le hizo caso. Se probó en River e
hizo las inferiores allí. Además, jugó al basket, conoció a su esposa y madre
de sus hijos en las fiestas del club y siempre vivió cerca del estadio, tanto
cuando se ubicaba en Alcorta y Tagle, como cuando se mudó a su actual ubicación
en Núñez.
El “feo” fue un virtuoso
de la época dorada del “Millo”. Debutó en 1939 y defendió la camiseta de la
banda roja por 20 años. Se convirtió en el máximo goleador histórico del club
con 293 tantos, en el máximo goleador histórico en los superclásicos con 16
anotaciones y formó delanteras memorables, entre ellas, la que muchos
consideran la mejor de la historia: “La Máquina ”. En los años que salió al verde césped con la
banda roja cruzándole el pecho ganó nueve títulos locales, tres Copas Aldao
(considerada la predecesora de la actual Copa Libertadores), tres copas
Ibarguren y una Copa Escobar, además, fue el máximo goleador del torneo local
en dos ocasiones.
Todos estos números, y
su vida entregada al club de sus amores, lo convirtieron en el máximo ídolo
riverplatense de todos los tiempos, al punto tal de que en la fecha de su
nacimiento se conmemora el día internacional del hincha de River.
Pero no sólo fue un
destacado jugador, sino que también era un hábil declarante y siempre tenía a “la
contra” entre ceja y ceja, quería ganarles como sea, usaba chicanas para
enfrentarlos y los tenía de hijo.
Su último partido lo
jugó en 1959 y sufrió una profunda decepción cuando del club le enviaron un
telegrama de renuncia. Lo sintió como una gran traición. Se fue Chile y finalmente terminó su carrera en Platense.
Además de su historial
como jugador, terminó de consagrarse como el máximo estandarte “Millonario”
cuando, como técnico, dirigió al equipo que rompió la sequía de 18 años sin
títulos. Luego ganó cinco Torneos Argentinos más, entre Nacionales y
Metropolitanos, convirtiéndose así en el máximo ganador de la historia riverplatense
hasta la llegada de Ramón Díaz.
En enero de 1945 se
casó con Guillermina Josefina Carrasquedo y con ella tuvo a sus dos hijos:
Ángel Daniel y Omar Raúl.
El primero nació en
1950 e hizo las inferiores en el club. Era volante central y fue compañero de
Norberto Alonso, Carlos Morete y Juan José López entre otros. Pintaba para
tener un gran futuro y Angelito se sentía identificado con su forma de jugar.
En un chequeo médico para una operación de meniscos le detectaron una Leucemia
que finalmente le quitó la vida el 26 de octubre de 19 69, con tan solo 19 años.
El segundo, y más
conocido, Omar Raúl, nació el 3 de abril de 19 57 y también hizo las inferiores en River Plate,
donde debutó de la mano de su padre en 1976. Allí fue compañero de Ramón Ángel
Díaz, con quién forjó una gran amistad que perduró con el paso del tiempo.
Su carrera como
jugador con la banda roja no cuenta con muchos galardones, más bien era relevo en
un equipo plagado de estrellas. Además, el hecho de ser el hijo del técnico fue
una carga difícil de llevar. Labruna padre no quería que sus dirigidos pensaran
que había favoritismos con “Omarcito” y esta situación lo llevaba a relegarlo
en las consideraciones, incluso, ante igualdad de condiciones con algún
compañero, nunca se inclinaba por su hijo para evitar suspicacias y los mismos
compañeros debían convencerlo para incluir en el equipo al joven Labruna.
Prácticamente sin
continuidad, jugó 44 partidos en cinco años; sin actuaciones destacadas, se recuerda un gol
suyo de tiro libre frente a Boca en 1978 para la victoria 1 a 0 en el
Monumental; y con el objetivo de descomprimir la situación que se vivía por la
relación padre-hijo en el plantel, dejó el conjunto “Millonario” en 1981 para
seguir su carrera en Quilmes, Platense y Deportivo Italiano. En éste último
militaba en 1983, cuando Don Ángel murió en brazos de Ubaldo Fillol por un paro
cardíaco en el post operatorio de una operación de vesícula.
El golpe fue
insoportable para Omar, que culminó ese año jugando en el “azzurro” y en el
verano siguiente le comunicó al presidente que la muerte de su padre había sido
muy dura y difícil de superar por lo que dejaría de jugar al fútbol con tan
solo 26 años.
Con el paso del tiempo
siguió ligado al fútbol y casi diez años después de su retiro, en 1995, asumió
como ayudante de campo de su amigo, el “Pelado” Díaz, en River Plate, donde
vivió los mejores momentos de su carrera en el fútbol formando parte del cuerpo
técnico más ganador de la historia “Millonaria”
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