Arriba "Pinino"; Abajo "El Príncipe" |
El gol es la máxima expresión del fútbol. Un juego que fue creado con el objetivo de que once jugadores busquen incesantemente hacer que la pelota cruce la frontera de los tres palos rivales. Cuando el balón se estrella contra la red, se produce una sensación inexplicable, esa alegría que inunda las gargantas de hinchas y jugadores.
Hay muchas formas de conseguir ese grito de desahogo: de
zurda, de derecha, de cabeza, con un zapatazo, de “chiripa”, todos valen uno. Pero hay algunos que se festejan y se gritan más que otros. Son esos que uno no
puede creer que sean realidad. Parecen salidos de un cuento de ciencia ficción,
con maniobras imposibles para cualquier ser humano normal, y que los jugadores,
disfrazados de superhéroes, ejecutan como si fuese cosa de todos los días.
Enredan sus piernas y practican una rabona perfecta, o tiran un taco sin
siquiera mover los pies. Pero hay uno que es diferente, que desafía las leyes
de la física y hace pensar que la manzana de Newton es puro cuento, claro,
difícilmente existiera el fútbol en aquella época.
El gol de “chilena” es de esos que nunca se esperan, pero
cuando llega, no se puede entender que fue lo que pasó. Se aguarda
desesperadamente la repetición en cámara lenta para ver con lujo de detalles
todo el movimiento que ese extraterrestre acaba de ejecutar. Si alguno tuvo la
fortuna de verlo en la cancha, no ve la hora de llegar a su casa para poder corroborar
fehacientemente lo que acaba de observar.
Un sujeto que salta, se suspende en el aire en un segundo
que parece durar una eternidad, el torso que gira mientras el cuerpo está
suspendido, su espalda que queda paralela al piso y las piernas que se colocan
a 90 grados del cuerpo para impactar el balón hacía atrás, a veces de lleno, a
veces con pifia, pero eso es lo de menos, lo que cuenta es lo impactante de la
acrobacia.
Su origen data de 1914, cuando Ramón Unzaga la ensayó en la
cancha del puerto chileno de Talcahuano. Años más tarde, en 1916, este jugador representó
a la selección chilena en el sudamericano disputado en Buenos Aires, y practicó la maroma que fue bautizada por la
presa argentina como “chilena”. Nombre que se revalidó en 1927, cuando
Colo-Colo hizo una gira por Europa, y el delantero David Arellano la llevó a
cabo en España, donde también la denominaron así en honor a su nacionalidad.
En River hubo varios acróbatas, algunos más perfectos y
armónicos que otros, pero todos igual de efectivos, aunque algunos con una
sorpresa inesperada.
Enzo Francescoli: 8 de febrero de 1986 - River 5 – Polonia 4.
Era un torneo de verano. A siete minutos del final el “Millo” perdía 4 a 2,
pero en una ráfaga logró llegar al empate en el final por medio de Ramón
Centurión. Aunque la igualdad parecía ser lo último de aquella jornada, todavía
faltaba la perla de la noche. En el tercer minuto de adición, Norberto Alonso
ejecutó un tiro libre desde la derecha, Oscar Ruggeri la metió de cabeza dentro
del área grande cerca de la medialuna, el “Príncipe” la paró de pecho, y en el
aire, ejecutó la pirueta dejando sin chances al arquero polaco. Luego el
uruguayo declaró “si hubiera sido en un partido oficial hubiera quedado en la
historia”. Esta vez se equivocó.
Oscar Más: 16 de mayo de 1965 – River 2 – Banfield 1.
Sabido es que a “Pinino” le encantaban las definiciones extravagantes e
impredecibles. En una época esquiva para el “Millonario” en cuanto a títulos,
sus acrobacias y locuras alegraban al pueblo “Millonario”. El que no lo
disfrutó fue Righi, arquero de Banfield, que en 1965 tuvo que sufrir la espectacular
definición de “chilena” del “Mono”.
Javier Saviola:
14 de noviembre de 1999 – River 2 –
Gimnasia (LP) 0. Por la fecha 14 del Apertura 1999, el equipo de Núñez
recibía al Lobo en el Monumental. Fue un campeonato donde el conjunto de la
banda roja tuvo un rendimiento parejo y se consagró campeón. Ese día, tras un
corner, Mario Yepes bajó la pelota dentro del área y Saviola, que se había
pasado en el cálculo, volvió sobre sus pasos y llevó a cabo la cabriola que
terminó por meterse en el palo más lejano del arquero platense. Fue el 2 a 0
que encaminó al equipo hacia un nuevo título.
Hernán Crespo:
8 de mayo de 1996 – River 5 – Sporting
Cristal (Perú) 2. Partido de vuelta por los octavos de final de la Copa
Libertadores. El conjunto de Ramón Díaz necesitaba ganar por dos goles para
obtener la clasificación a cuartos. En el primer tiempo el “Millo”fue una
tromba y se llevó por delante a los peruanos obteniendo la diferencia con
holgura. Dentro de la catarata de goles de esa etapa, a los 30 minutos, Marcelo Escudero tiró un centro hacia tras que tomó a Crespo
pasado en la carrera, éste no tuvo mejor idea que frenar, y en el aire,
ejecutar la pirueta impactando el balón como venía y clavándolo dentro del arco
peruano. Fue el 3 a 0 que aseguraba la clasificación a cuartos.
Martín Aguirre: 9 de octubre de 2011 – Huracán 1 – River 2.
Fecha 10 del torneo Nacional B. Tras ir perdiendo, el conjunto de Almeyda llega
al empate a través de Martín Aguirre. No conforme con eso, en el minuto 20, el
“Tano” Vella desborda y tira un centro atrás, a media altura, que el “Gula”
conecta con una acrobática “chilena” al ras del piso. Fue el segundo gol en su
cuenta personal y el segundo del equipo de la banda que logró la victoria 2 a
1.
Facundo Quiroga: 28 de septiembre de 2008 – River 3 – Racing
3. Por el Apertura 2008, Racing visitaba a River y a los doce minutos de
comenzado el encuentro, un desborde de Leandro González es interceptado por
Facundo Quiroga que, con una acrobacia en el aire, intenta despejar el balón,
con tanta mala suerte, que su despeje acrobático terminó colándose en el ángulo
del arco de Marcelo Ojeda. En una época donde lo imposible
se hacía realidad en el “Millonario”, Quiroga se hizo un gol en contra de
“chilena”. Luego River finalizaría último en el campeonato por primera vez en
su historia.
Roberto Trotta: 6 de agosto de 1997 – River 1 – Newell´s 0.
El clausura 1997 llegaba a la decimoséptima jornada con River y Newell´s
igualados en la cima con 34 puntos. El Monumental era testigo de una verdadera
final. El partido era trabado, mal jugado y con una defensa rosarina casi
impenetrable. El partido se moría igualado en cero, entraba en tiempo
adicionado y tras un tiro de esquina generado por Enzo Francescoli, Marcelo Gallardo lo
ejecutó al punto del penal. Luego de una serie de rebotes, Trotta queda de
espaldas al arco y de frente a la pelota, que le había quedado a la altura del
pecho, de modo que solo podía resolver de “chilena”. El balón terminó adentro
del arco rojinegro, el “Cabezón” lo gritó con alma y vida y River quedó en las puertas de un nuevo
título.
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