- ¿Qué te pasa Juanjo?
- Nada, Daniel… O sí, no tengo seguridad, juego sin confianza, como si me faltara algo… No sé, tal vez por eso no arriesgo.
- Está bien, te entiendo. Y te digo algo: de mí tenés todo el respaldo, por muchas razones, estoy convencido de que vas a ser el diez de River… Jugá, inventá, esta que empieza tiene que ser tu temporada.
Más o menos así transcribía la revista “El Gráfico” el diálogo de vestuario entre Daniel Passarella, director técnico de River, y Juan José Borrelli, el 4 de agosto de 1991.
Juanjo, con ocho años, llegó a las inferiores de River, donde fue goleador de todas las categorías, e hizo su debut en primera el 1 de octubre de 1988, con 17 años, contra Racing de Córdoba en el Monumental.
Era un jugador distinto. Su precoz aparición estaba asociada a la necesidad de encontrar un jugador que pudiera cumplir el rol que años atrás había dejado vacante Norberto Alonso, y que no había podido suplir la contratación de Omar Palma, ni la promoción de los juveniles Néstor Gorosito y Mariano Dalla Líbera.
Con características diferentes y sin la preponderancia que tenía el “Beto” sobre el plantel, Borrelli estaba llamado a ser el conductor de River, y así lo entendía Passarella. El rubio desgarbado de pelo largo, al mejor estilo Claudio Caniggia, sencillo y tímido, era habilidoso y tenía un pique corto capaz de sacarse un par de hombres de encima en velocidad.
Era derecho, pero manejaba ambas piernas con igual precisión y jerarquía. Podía generarse los espacios en base a su rapidez y habilidad o poner un pase preciso entre líneas para habilitar a alguno de sus compañeros.
Formó sociedades letales con Rubén Da Silva y, principalmente, con Ramón Medina Bello y Ramón Díaz en aquel campeón del Apertura 1991. Sus actuaciones en ese certamen le dieron la posibilidad de ser transferido al fútbol europeo. Su destino fue el Panathinaikos griego, y River recibió 2.200.000 dólares, de los cuales 613.800 sirvieron para comenzar a acogerse a la moratoria que ofrecía la DGI (Dirección General Impositiva) evitando así “la más grave crisis institucional de la historia del club” según las propias palabras del presidente Alfredo Davicce.
Tuvo dos períodos con la camiseta “Millonaria”. El ya mencionado entre 1988 y 1991, y el segundo en el año 1997, donde fue participe del Apertura 1997 y la Supercopa logrados en ese año. En total jugó 98 partidos y convirtió diez goles por torneos locales. Además cuenta en su palmarés con el campeonato de 1989/90 y el Apertura 1991 en el cual no pudo dar la vuelta porque su partida al fútbol griego se produjo antes de la finalización del certamen.
Su perfil bajo, y la presencia de otras estrellas, como el “Pelado” y el “Mencho”, tal vez hicieron que pasara inadvertido para muchos, pero lo cierto es que fue uno de los grandes jugadores surgidos de las inferiores de River a fines de la década del ochenta.
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