Copa Sudamericana 2014
– Octavos de final ida – 16 de octubre de 2014
Libertad (Par) 1 - River
Plate 3
Gio y Driussi, goleadores (foto River Plate) |
Partido raro. Podría decirse que duró cuatro tiempos, o que se dividió en cuatro períodos, como un partido de básquet. Que en todos ellos River fue más y no merecía perder, pero entre el Millo y las Copas hay algo inexplicable que se hace recurrente en cada participación y recién en el último tramo logró imponer su supremacía.
Analizando el
encuentro en cada una de sus etapas, el primer tiempo de los de Marcelo
Gallardo fue correcto, sin ser avasallante, por lo agobiante de la temperatura
y la amplitud del terreno, fue el que más buscó y el que tuvo las situaciones
más claras, pero cada remate o llegada al arco se encontraba con una pierna
paraguaya que impedía que el disparo llegara franco a la meta.
Los locales no
inquietaban a Marcelo Barovero y la etapa se esfumaba sin penas ni glorias.
Pero la historia de River en estas competencias es especial. Es una especie de
amor-odio inexplicable. No es la primera vez que el conjunto de la banda domina
a un rival, a tal punto de no sufrir llegadas en contra, y en una jugada
aislada o remate desde saturno, la pelota se cuela entre los tres palos y el
trámite se vuelve adverso.
Así parecía que
transcurriría la noche de Asunción. Con otro de esos cachetazos increíbles que
sacuden la modorra. Un pelotazo desde la casa de Vargas cuando se moría esta
mitad (o cuarto) y una Trapito mal parado, fue suficiente para poner en ventaja
al equipo local. Inmerecida por el trámite, pero posible por errores propios,
ya que Ramiro Funes Mori le dio todo el tiempo del mundo al jugador gumarelo
para que se pudiera acomodar y rematar con tranquilidad.
En el complemento,
la visita salió decidida a encontrar un gol que le permita ir al Monumental con
un poco más de tranquilidad. Pero la Copa tenía más sorpresas. A los nueve minutos,
un remate perdido dentro del área visitante pegó en el brazo de Germán Pezzella
y el árbitro cobró penal. La sensación de una dura derrota comenzaba
corporizarse, y de golpe, el estadio se quedó sin luz. Parecía ser un guiño del
destino. Otra de esas cosas que tienen las competencias continentales que las
hace impredecibles. La cuestión era saber si el guiño era a favor o en contra.
Las ejecuciones
desde los doce pasos suelen estar cargadas de tensión y, los que saben, suelen
decir que cuanto más tiempo tenga el ejecutante para pensar, más posibilidades
tiene de fallar. En este caso, Hernán Rodrigo López fue el encargado, y tuvo
que esperar algo más de veinte minutos.
Cuando volvió el suministro eléctrico,
intentó colocar el balón esquinado a la izquierda de Barovero, que voló hacia ese lado. Tan esquinado quiso
meterlo, que la pelota se perdió por la línea de fondo y el resultado se
mantuvo como estaba: 1 a 0 abajo. Comenzaba otro partido.
Poco después,
aprovechando la envión anímica, el Mellizo desbordó y, con una barrida, evito
que la pelota saliera del terreno de juego, colocando un centro atrás ante la
atenta mirada de los jugadores locales, que creyeron que la pelota había
salido. Carlos Sánchez entró al área chica y definió bajo por el medio del
arco, marcando el empate y generando el desconcierto del juez, que no sabía que
sancionar, a la vez que veía que el línea corría hacia la mitad de cancha
convalidando el tanto.
El empate era justo,
el gol de visitante importantísimo de cara a la revancha y otra vez el apagón.
El primero había generado un oasis en el desierto. Fueron seis o siete minutos
en los que el partido se dio vuelta 180 grados.
Luego de quedar a
oscuras por segunda vez, apareció la astucia e inteligencia del Muñeco. Ante un
partido largo, pesado y caluroso, guardó los cambios para el final y aprovechó
para poner las piernas frescas de los juveniles Sebastián Driussi, Giovanni
Simeone y Augusto Solari.
Los dos delanteros se encargaron de sellar el
resultado. El primero, tras habilitación de Rodrigo Mora, definió bajo y a un
palo para anotar su primer gol en la primera de River; el segundo, tras pase de
Leonardo Pisculichi, la picó ante la salida del arquero local. Así quedaba
sellado el 3 a 1 final y llegaba la tranquilidad a una serie que, antes de la
primera interrupción, parecía ser otra mala noche de copa.
Más allá de las
vicisitudes presentadas en la noche de Asunción, hay que destacar que, aunque
era superior, no estaba siendo un buen partido de River. Leonardo Ponzio estuvo
muy errático, fallando pases fáciles, regalándole la pelota a los rivales y
perdiendo más de lo que recuperaba.
Marcelo Barovero fue
responsable en el gol, parecía bien parado, pero no reaccionó a tiempo ante un
remate que se iba abriendo y apenas llegó a tocarla con las puntas de los dedos
cuando el balón se coló casi por el medio del arco. En el penal leyó bien el
remate, y después no tuvo mucha más participación.
Lucas Boyé es un
excelente proyecto, pero en Paraguay no tuvo un buen partido, se lo está
cargando con mucha responsabilidad, no hay que olvidar que es un chico y que
una seguidilla de bajas actuaciones puede complicar su futuro y hacerle perder
confianza. Debe estar tranquilo y no sentir que sobre él recae la
responsabilidad de reemplazar a Teófilo Gutiérrez, él no es culpable de que el
colombiano no tenga un reemplazo de experiencia en este plantel.
Es importantísimo
que los goles hayan llegado de los pies de los chicos de River, que venían
teniendo mala fortuna en las definiciones (recordar los palos de Gio en la Copa
Argentina contra Rosario Central) y que anoche se amigaron con el gol. El cuerpo
técnico deberá trabajar con Lucas Boyé para que no se desanime, ya que no pudo
convertir, salió reemplazado y los que entraron sí pudieron anotar.
River se trae más
que una victoria de Asunción. Los tres goles anotados en condición de visitante
son un golpe durísimo para el rival, que deberá ganar, como mínimo, 3 a 0 en el
Monumental para poder pasar de fase sin ir a los penales. Para el conjunto del
Muñeco, es una tranquilidad de cara al duro calendario que se viene. Sin
subestimar el encuentro, podrá mechar algunos jugadores para dosificar los
esfuerzos de cara al futuro.
En una noche larga y
con apagones, Gallardo y River mostraron estar encendidos. Que a pesar del trajín,
quieren ir por las dos competencias y, sobre todo, tuvieron las luces
suficientes para aprovechar cada situación del partido, cada corte de luz, cada
momento favorable (como el penal errado) y dejar la serie muy favorable para el
partido de vuelta.
Formaciones
Libertad (Par): R. Muñoz; Moreira, P. Benítez, Balbuena,
Benegas; C. Vargas, S. Aquino, Molinas, J. González; H. López y D. Pérez.
Director Técnico: Pedro Sarabia.
River Plate: Barovero (4); Mercado (6), Maidana (7), Pezzella
(6), Funes Mori (6,5); C. Sánchez (6,5), Ponzio (4), Rojas (4,5); Piscullichi (6,5);
Mora (7) y Boyé (4). Director Técnico: Marcelo Gallardo.
Ingresaron: 16’ST
Driussi (6) por Boyé; 27’ST Simeone por Mora; 32’ST Solari por Pisculichi.
Resumen
Goles: 45’PT Vargas (Lib); 15’ST C. Sánchez (Riv); 26’ST Driussi (Riv); 30’ST
Simeone (Riv)
Incidencias: 10’ST
se cortó la luz; 10’ST H. López (Lib) erró un penal; 16’ST se cortó la luz.
Arbitro: V. Carrillo
(bien)
Figura: Mora (Riv)
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